Obedecer la Palabra de Dios

Oír y hacer la Palabra

19 Sepan esto, mis amados hermanos: que cada persona sea rápida para oír, lenta para hablar, lenta para la ira; 20 porque la ira del hombre no produce la justicia de Dios. 21 Desechad, pues, toda inmundicia y maldad desenfrenada, y recibid con mansedumbre la palabra implantada, que puede salvar vuestras almas.

22 Pero sed hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque si alguno es oidor de la palabra y no hacedor, semejante es al hombre que mira fijamente en un espejo su rostro natural. 24 Porque mirándose a sí mismo, se va y olvida en seguida cómo era. 25 Pero el que mira la ley perfecta, la ley de la libertad, y persevera, no siendo oidor que olvida, sino hacedor que actúa, será bienaventurado en lo que hace.

26 Si alguien se cree religioso y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión de esa persona no vale nada. 27 La religión pura y sin mácula delante de Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y mantenerse sin mancha del mundo.

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