Resumen - El Evangelio en Génesis 1-50 y en la ciudad
por John Davis
Resumen - El Evangelio en Génesis 1-50 y en la ciudad
El Génesis nos ha presentado al Dios Creador-Redentor que generosamente da a la humanidad un templo-jardín en el que servir a Dios y desde el que extender el culto a Dios por toda la tierra.
En Adán, toda la humanidad se rebela contra Dios y es desterrada del templo-jardín. Antes del destierro del templo-jardín, se da la promesa de un segundo Adán, que no sucumbiría a la tentación de Satanás y derrotaría finalmente a Satanás.
Tras la progresión del pecado y la rebelión, la humanidad y la tierra son finalmente juzgadas por Dios en un diluvio universal. En consecuencia, tras el diluvio, Noé y sus descendientes reciben la responsabilidad del reino renovado en un nuevo mundo, pero tampoco extienden el culto a Dios, sino que optan por congregarse en Babel. Una vez más, el mundo es juzgado; esta vez a través de la dispersión.
Dios entonces elige a Abraham y a sus descendientes para ser la familia a través de la cual el culto a Dios se extenderá por todo el mundo y a través de la cual las naciones del mundo se reunirán para adorar a Dios.
La historia de la familia de Abraham mantiene al lector preguntándose si ellos serán el pueblo que extenderá el culto a Dios por toda la tierra y unificará a las naciones en el culto a Dios. La historia se desarrolla con momentos de éxito al ser el pueblo que lleva a cabo los propósitos de Dios, pero también incluye demasiados momentos de olvido, negligencia y franca rebelión contra los propósitos de Dios.
Cuando leemos el Génesis con los ojos y los corazones iluminados por la revelación del Nuevo Testamento, comprendemos que los éxitos y los fracasos de los descendientes de Abraham nos hacen anticipar a Aquel a quien Dios prometió que derrotaría finalmente a Satanás y no sólo triunfaría donde Adán había fracasado, sino que triunfaría más gloriosamente sobre el pecado y la muerte. A través de éste el culto a Dios se extendería por toda la tierra y las naciones del mundo se unificarían en su culto a Dios.
Hoy, debido al triunfo de Jesucristo sobre el pecado y la muerte, a través de Su cuerpo, la iglesia, Su reino se está extendiendo silenciosamente por la tierra y personas de todas las naciones se están uniendo en adoración al Dios Trino. Este reino se consumará en el Nuevo Cielo y la Nueva Tierra.
Las ciudades no son los únicos lugares donde hay pruebas de que esto ocurre, pero de una manera única, las iglesias de las ciudades pueden convertirse en un microcosmos de la adoración multinacional, multiétnica y mundial que Dios desea.
Las iglesias de las ciudades ofrecen una mayor posibilidad de saborear el culto cosmopolita de la Nueva Creación, donde personas de toda lengua y nación se unirán en el culto al Dios vivo.
Las ciudades ofrecen la oportunidad a los que ahora son la semilla de Abraham en Cristo de ser Su pueblo para extender el culto a Dios entre las naciones de la tierra y ver la diversidad del mundo reunida en la unidad en Cristo.
Las ciudades son los crisoles que ponen a prueba el poder del Evangelio para crear nuevas comunidades unidas en su amor a Cristo y en su compromiso de hacer justicia y amar la misericordia en medio de la depravación y la diversidad.
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