Adecuación en Cristo - Parte 3
2 Corintios 2:14 - 4:18 (RVR)
14 Pero gracias a Dios, que en Cristo nos lleva siempre en procesión triunfal, y por medio de nosotros difunde por todas partes la fragancia del conocimiento de Él. 15 Porque somos aroma de Cristo para Dios entre los que se salvan y entre los que se pierden, 16 para los unos, aroma de muerte a muerte; para los otros, aroma de vida a vida. ¿Quién basta para esto? 17 Porque no somos, como tantos, vendedores ambulantes de la palabra de Dios, sino que, como hombres sinceros, como encargados por Dios, ante Dios hablamos en Cristo.
Ministros de la Nueva Alianza
3 ¿Estamos empezando a recomendarnos de nuevo? ¿O necesitamos, como algunos, cartas de recomendación para vosotros o de vosotros? 2 Vosotros mismos sois nuestra carta de recomendación, escrita en nuestro[a] corazón, para que todos la conozcan y la lean. 3 Y mostráis que sois una carta de Cristo entregada por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo, no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones humanos[b].
4 Tal es la confianza que tenemos en Dios por medio de Cristo. 5 No es que nos bastemos a nosotros mismos para pretender que algo procede de nosotros, sino que nuestra suficiencia procede de Dios, 6 que nos ha hecho suficientes para ser ministros de una nueva alianza, no de la letra, sino del Espíritu. Porque la letra mata, pero el Espíritu vivifica.
7 Ahora bien, si el ministerio de la muerte, esculpido con letras en la piedra, llegó con tanta gloria que los israelitas no podían contemplar el rostro de Moisés a causa de su gloria, que llegaba a su fin, 8 ¿no tendrá aún más gloria el ministerio del Espíritu? 9 Porque si hubo gloria en el ministerio de la condenación, el ministerio de la justicia debe superarlo con creces en gloria. 10 De hecho, en este caso, lo que una vez tuvo gloria ha llegado a no tener gloria en absoluto, a causa de la gloria que lo supera. 11 Porque si lo que se estaba acabando llegó a tener gloria, mucho más tendrá gloria lo que es permanente.
12 Puesto que tenemos tal esperanza, somos muy atrevidos, 13 no como Moisés, que se ponía un velo sobre el rostro para que los israelitas no contemplaran el resultado de lo que estaba llegando a su fin. 14 Pero sus mentes se endurecieron. Pues hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, ese mismo velo sigue sin levantarse, porque sólo por medio de Cristo se quita. 15 Sí, hasta el día de hoy, cada vez que se lee Moisés, un velo yace sobre sus corazones. 16 Pero cuando uno[c ] se vuelve al Señor, el velo se quita. 17 Ahora bien, el Señor[d] es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 18 Y todos nosotros, mirando a cara descubierta la gloria del Señor,[e ] nos vamos transformando de gloria en gloria en la misma imagen,[f] porque esto proviene del Señor, que es el Espíritu.
La luz del Evangelio
4 Por tanto, teniendo este ministerio por la misericordia de Dios,[g ] no desmayamos. 2 Pero hemos renunciado a las formas deshonrosas y turbias. Nos negamos a practicar[h ] la astucia o a manipular la palabra de Dios, sino que, mediante la exposición abierta de la verdad, queremos recomendarnos a la conciencia de todos a los ojos de Dios. 3 Y aunque nuestro evangelio esté velado, lo está para los que se pierden. 4 En su caso, el dios de este mundo ha cegado la mente de los incrédulos, para impedirles ver la luz del Evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios. 5 Porque lo que anunciamos no somos nosotros mismos, sino Jesucristo como Señor, siendo nosotros sus servidores[i] por amor de Jesús. 6 Porque Dios, que dijo: "Resplandezca la luz de las tinieblas", ha resplandecido en nuestros corazones para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
Tesoros en vasijas de barro
7 Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro, para mostrar que el poder supremo pertenece a Dios y no a nosotros. 8 Estamos afligidos en todo, pero no aplastados; perplejos, pero no desesperados; 9 perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos; 10 llevando siempre en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. 11 Porque nosotros, que vivimos, estamos siempre entregados a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 12 Así que la muerte actúa en nosotros, pero la vida en vosotros.
13 Puesto que tenemos el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: "Creí, y por eso hablé", también nosotros creemos, y por eso también hablamos, 14 sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos llevará con vosotros a su presencia. 15 Porque todo es por vosotros, para que, al extenderse la gracia a más y más personas, aumente la acción de gracias, para gloria de Dios.
16 No nos desanimemos. Aunque nuestro ser exterior[j ] se va desgastando, nuestro ser interior se renueva de día en día. 17 Porque esta leve tribulación momentánea nos prepara un peso eterno de gloria sin parangón, 18 pues no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve. Porque las cosas que se ven son pasajeras, pero las que no se ven son eternas.
Notas a pie de página
- 2 Corintios 3:2 Algunos manuscritos su
- 2 Corintios 3:3 Corazones carnales griegos
- 2 Corintios 3:16 Griego he
- 2 Corintios 3:17 O este Señor
- 2 Corintios 3:18 O reflejando la gloria del Señor
- 2 Corintios 3:18 Griego de gloria en gloria
- 2 Corintios 4:1 Griegos teniendo este ministerio como hemos recibido misericordia
- 2 Corintios 4:2 Griego caminar en
- 2 Corintios 4:5 O esclavos (para la traducción contextual de la palabra griega doulos, véase el Prefacio)
- 2 Corintios 4:16 Hombre griego
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