El Evangelio para la ciudad en Génesis 3
por John Davis
15 de agosto de 2016
in evangelismo, evangelio, gracia de Dios, asuntos sociales, adoración
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2201
Como vimos en Génesis 2, Dios estableció una relación con Adán: el Rey con su subregente y el Señor Soberano con un sacerdote. En la relación de Adán como subregente y sacerdote, debía gobernar bajo el mandato de Dios y adorar a Dios a través de su obediente servicio sacerdotal en el Templo-Jardín. En cambio, Adán se rebeló y eligió actuar independientemente de Dios, creyendo en las seducciones del anti-Dios, la Serpiente. Adán renuncia a la fe en el plan de Dios para su vida y, en su lugar, intenta conseguirla a su manera. Al hacerlo, experimenta la muerte, vista inicialmente en su alejamiento de Dios. Ya no adora ni anticipa la presencia de Dios, sino que se encoge de miedo, porque sabe que su pecado exige un juicio.
Romanos 5 nos recuerda que todos estábamos en Adán. Su rebelión es nuestra rebelión. Su pecado es nuestro pecado. Su alejamiento de Dios y destierro del jardín es nuestra situación.
Génesis 3 nos explica el sentimiento de destierro con el que vivimos. Sentimos que algo se ha perdido. No siempre podemos definir esa pérdida, pero es común a todos los seres humanos. Buscamos inútilmente llenar el vacío y recuperar lo perdido.
Los centros urbanos del mundo aumentan nuestra sensación de pérdida y soledad. Sí, podemos sentirnos perdidos y solos en la naturaleza o en la cima de una montaña aislada, pero podemos oír los ruidos de la ciudad, sentirnos presionados por las multitudes, estar rodeados de altos rascacielos ocupados e iluminados, y aun así estar solos. Esta profunda soledad y pérdida, cuando se sufre en medio de todas las vistas y sonidos de la vida, es dolorosa. Las comunidades a menudo frágiles y triviales del trabajo, el vecindario y el juego no pueden mitigar la soledad del alma que está alejada de Dios. Las ciudades se convierten entonces en un campo de cosecha para el Evangelio, porque demuestran que ni lo mejor ni lo peor de la cultura y la sociedad humanas pueden llenar ese profundo vacío del alma.
El grito de Jesús desde la cruz "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" es nuestro grito. Él sufre el destierro de su Padre para que nosotros seamos restituidos al Padre. El Paraíso perdido a causa de la rebelión humana se recupera mediante el sacrificio obediente de Jesucristo.
John Davis
El 10 de septiembre de 1970 comprendí el gran amor de Dios por mí, pecador y rebelde. Aquella noche recibí el perdón de Dios y una nueva vida a través de Jesucristo, que murió en mi lugar y resucitó para ofrecerme perdón y una nueva vida. He sido pastor principal por más de 30 años plantando dos iglesias en Buckingham, PA y Queens, NY y sirviendo otras dos iglesias en Brooklyn, NY y Roslyn, PA. Actualmente soy el pastor principal de Grace Church of Philly.
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