El Evangelio para la ciudad en Génesis 34

por John Davis

Génesis 34 es uno de esos tristes capítulos de la historia de la redención. La hija de Jacob, Dina, es violada, humillada y luego tratada como una mercancía que se intercambia por beneficios mutuos. Jacob parece dispuesto a hacer el intercambio de su hija por el beneficio de prosperar en la tierra - la tierra que ya le había prometido el Señor.

Cuando los hermanos de Dina se enteran de la atrocidad, primero se oponen porque los heveos no llevan el signo del pacto de la circuncisión. Ya parece que el pacto en sí se ha vuelto menos significativo que el signo del pacto. Para ellos, el orgullo de la identidad sustituye a la bendición de la relación de alianza con el Señor.

Los hermanos urden una treta en la que los hombres heveos aceptan ser circuncidados y, mientras se recuperan de la operación, son masacrados por los hijos de Jacob. A continuación, los hermanos saquean la ciudad y toman cautivos a las mujeres y los niños.

Jacob teme tanto la deshonra como la posible venganza de los demás habitantes de la tierra. Con razón, porque no han sabido ser la familia de la alianza que refleja la gracia de Dios.

Aunque Jacob y su familia son receptores de la promesa del pacto y aunque los hijos llevan el signo del pacto de la circuncisión, parece que cortar la carne no corta la maldad de sus corazones. Los hijos de Jacob son peores que los paganos a los que destruyen. Engañan; se vengan; asesinan; roban; se justifican ante sus propios ojos. En lugar de bendecir a las naciones como la descendencia de Abraham, están moralmente en bancarrota, destruyendo en lugar de liberar a las naciones del mundo.

Dejamos este capítulo anhelando esa descendencia de Abraham que realmente bendecirá a las naciones y creará una nueva comunidad de creyentes en el pacto que incluirá a las naciones del mundo

Trágicamente, esta historia refleja la historia del cristianismo en la ciudad. Los cristianos que llevan el signo de la nueva alianza del bautismo a menudo lo hacen sin haber experimentado el poder del Evangelio que transforma el corazón de un pecador. Son religiosos, defienden los signos del cristianismo, pero están en bancarrota moral. A menudo son iracundos, amargados, poco amables y poco misericordiosos.

La ciudad de Filadelfia está salpicada de edificios religiosos que se erigen como signo de la antaño magnífica presencia del cristianismo en la ciudad. Sin embargo, los signos y símbolos acabaron convirtiéndose en la sustancia, sustituyendo el evangelio de la gracia de Dios en Jesucristo por el formalismo. Los signos y símbolos carecían de poder para superar el racismo, la injusticia y el desprecio por los pobres y los marginados. Los signos y símbolos no tenían poder para restaurar las relaciones rotas ni para liberar de los pecados que consumen la vida. Sin el Evangelio, estos edificios religiosos pronto sucumbieron a los programas de 12 pasos, a los actos de misericordia que tranquilizan la conciencia y a los seminarios de autoayuda.

La ciudad necesita un resurgimiento de nuevas comunidades de creyentes en la Alianza que no sólo defiendan los signos y símbolos del cristianismo, sino que den pruebas de una vida transformada por el Evangelio de la gracia de Dios: una vida de perdón indiscriminado, misericordia, generosidad y amor generoso.

John Davis

El 10 de septiembre de 1970 comprendí el gran amor de Dios por mí, pecador y rebelde. Aquella noche recibí el perdón de Dios y una nueva vida a través de Jesucristo, que murió en mi lugar y resucitó para ofrecerme perdón y una nueva vida. He sido pastor principal por más de 30 años plantando dos iglesias en Buckingham, PA y Queens, NY y sirviendo otras dos iglesias en Brooklyn, NY y Roslyn, PA. Actualmente soy el pastor principal de Grace Church of Philly.